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Neoliberalismo y resistencias populares en México


 

Ilustraciones: Jimena Pérez Ramos

Por: Eduardo Enrique Aguilar


El año 1994 cambió la historia de México. O más bien, algunos sucesos que ocurrieron durante ese año le dieron un viraje al país: la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).  La contraposición de estos dos hitos históricos nos presenta la gran promesa del progreso, del desarrollo, del futuro; y, por otra parte, la contestación como denuncia a la ignominia, a la corrupción, al despojo, a la desigualdad y a la muerte que significaba dicho desarrollo y progreso. 

Es necesario hacer un ejercicio de memoria de estas tres décadas para comprender el México de hoy: un país inmerso en guerra, con grandes excesos de riqueza y de pobreza, y con una sociedad altamente enferma y dolida –más de cien mil personas desaparecidas sin visos de una contratendencia*–. Para iniciar esta retrospectiva crítica quizá sea pertinente recordar la siguiente afirmación del EZLN: “Después de iniciada la guerra, en enero de 1994, el grito organizado del pueblo mexicano detuvo el enfrentamiento y se llamó al diálogo entre las partes contendientes. A las justas demandas del EZLN, el gobierno federal respondió con una serie de ofrecimientos que no tocaban el punto esencial del problema: la falta de justicia, de libertad y de democracia en las tierras mexicanas” y abrir un cuestionamiento sobre el significado de los –siempre ascendentes– indicadores económicos convencionales que han venido de la mano a partir de esta singular fecha.

Para entender los cambios que se cristalizaron en 1994 y la firma del TLCAN es necesario contemplar los cambios que se tuvieron que implementar en el país para estabilizar los índices macroeconómicos y reajustar una deuda que en la década de los 80 llegó a representar hasta el 80 % del ingreso total del país. 

El ajuste fiscal, la apertura comercial y la desregulación financiera fueron algunas medidas que fueron impulsadas por organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional y toda una generación de políticos que llegó a las más altas cúpulas del gobierno. Estas políticas económicas, más allá de alcanzar una estabilización, catalogaron a México como buen pagador, lo cual ayudó a mostrarlo frente a otros países –en particular con otros gobiernos latinoamericanos– como un ejemplo de comportamiento. 

Ilustraciones: Jimena Pérez Ramos

Este fue el resultado del cambio estructural de la economía del país en los sexenios de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas de Gortari. Con ello, terminó de instalarse el llamado modelo neoliberal, el cual tiene como grandes premisas la reducción de las funciones del Estado y una mayor apertura al mercado para lograr la mayor libertad individual. Este modelo económico del nuevo liberalismo o neuen liberalismus tiene una larga historia que se puede remontar hasta el siglo XIX. Sin embargo, su escuela teórica llegó a México en el sexenio de Lázaro Cárdenas, en la década de los 30 del siglo XX, por la clase empresarial opositora que le abrió cátedras a profesores extranjeros como Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, y con base en los postulados de estos intelectuales realizaron varios análisis del gobierno mexicano y abrieron universidades como el ITAM[1]. Cuatro décadas después, las personas formadas en esta escuela de pensamiento llegaron al gobierno y pusieron en marcha las reformas estructurales y los tratados de libre comercio con países alrededor del mundo.

El Producto Interno Bruto (PIB) es uno de los indicadores más conocidos para medir el crecimiento de un país. El PIB de México, salvo tres momentos de crisis económica y sanitaria (1994, 2008 y 2020), cuenta con un alto grado de crecimiento. En 1994 se situaba en 722.94 mil millones de dólares y en 2022 alcanzó los 1.24 billones.

Para entender los cambios que se cristalizaron en 1994 y la firma del TLCAN es necesario contemplar los cambios que se tuvieron que implementar en el país para estabilizar los índices macroeconómicos.

Otro indicador puede ser el nivel de las exportaciones del país desde la entrada en vigor del TLCAN y los niveles de Inversión Extranjera Directa que también han contado con un incremento considerable. Junto a estos, México entró a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo internacional conformado por los países más ricos del mundo. En términos reales, la economía del país ha ido en franco crecimiento económico, es decir, mayor producción, circulación y consumo de bienes y servicios de todos los sectores económicos (primario, secundario y terciario).

De la precarización laboral a las afectaciones al territorio

¿Cómo explicar, entonces, las consignas del EZLN si todos los indicadores macroeconómicos contaban una historia de éxito? La historia de la implementación del neoliberalismo está compuesta por una serie de eventos como el desmantelamiento de la infraestructura social que levantó el cuasi Estado de bienestar mexicano en conjunto con una serie de eventos de corrupción latente como, por ejemplo, la venta de empresas públicas altamente rentables a precios irrisorios (como el caso de Teléfonos de México)[2] o de otras en quiebra para ser revendidas al Estado mexicano por precios exorbitantes (caso de Agronitrogenados)[3], así como un gran número de casos de la llamada puerta giratoria, es decir, de políticos que pasan a ser empleados de grandes empresas o de empleados de esas empresas que pasan a ser funcionarios –los casos de Vicente Fox en FEMSA[4] o de Felipe Calderón con una filial de Iberdrola[5] son de los que más resaltan por el alto nivel del puesto que desempeñaron: presidente del país–. 

Más allá de la narrativa técnica con la que se explican los cambios estructurales del modelo neoliberal, también es importante señalar que el crecimiento económico y la estabilización macroeconómica tienen como base la precarización generalizada de las condiciones del trabajo y en el abaratamiento de la naturaleza en conjunto de una desregulación de las normas ambientales. En efecto, hay un consenso de que la competitividad de México en el escenario internacional de offshoring y libre comercio se ha sostenido por ser exportador de mano de obra indocumentada –representada por la relación migración/remesas–; la mano de obra barata que estuvo legalizada por esquemas de flexibilidad laboral (por ejemplo: outsourcing) y los bajos salarios de las maquilas; la alta capacidad primario-exportadora del país (dígase aguacate y petróleo); así como la contaminación ambiental sin grandes repercusiones económicas o judiciales al respecto. Uno de los indicadores más claros de la precariedad laboral en este país ha sido el del salario mínimo, el cual desde 1987 hasta 1995 tuvo una caída y después un sostenimiento de un valor sumamente bajo.

Ilustraciones: Jimena Pérez Ramos

En ese sentido, México se volvió un gran receptor de Inversión Extranjera Directa que, después la apertura comercial, ha ofrecido altas tasas de rentabilidad: desde inversiones en producción minera y agropecuaria (tequila, berries, aguacate), pasando por la maquila de tecnología (semiconductores), hasta el sector financiero. Año con año, incluso en periodos de  crisis económicas, la tasa de ganancia de las empresas siempre se mantuvo alta[6]. 

Este contexto también fortaleció la relación entre el uso del territorio y el desarrollo económico. Como ejemplo se puede señalar a la ampliación de la frontera extractiva que se traduce en el sorprendente crecimiento de las concesiones mineras en todo el territorio nacional, las cuales se otorgaron a privados, en muchos casos, sin ningún tipo de consulta previa, libre e informada con las comunidades indígenas y, en otros casos, bajo esquemas de hostigamiento y violencia. Esto dejó territorios inhabilitados para vivir o que están altamente contaminados  por la minería a cielo abierto que no solamente es intensiva en agua –en detrimento del consumo humano de las poblaciones aledañas–, sino que utiliza químicos como el cianuro, lo cual deja una huella altamente tóxica.

Uno de los indicadores más claros de la precariedad laboral en este país ha sido el del salario mínimo, el cual desde 1987 hasta 1995 tuvo una caída y después un sostenimiento de un valor sumamente bajo.

La instalación del modelo capitalista neoliberal generó una infraestructura productiva altamente destructora del entorno natural, de forma tal que, dentro de todos los paraísos industriales, es decir, corredores urbano–industriales del país constituidos por industrias y maquilas de capital nacional e internacional, son infiernos ambientales para las poblaciones que viven ahí.

Las resistencias populares

El avance de esta lógica precarizadora y destructiva ha tenido grandes resistencias, desde sabotajes cotidianos de una mexicanidad barroca**, grandes movilizaciones sociales como el movimiento continental “No al ALCA”*** en el que participaron grupos mexicanos, pasando por otros más territoriales como Un Salto de Vida AC o la Asamblea por la Defensa del Territorio y para la Construcción de los Planes de Vida de los Pueblos masewal, tutunakú y mestizo, hasta la organización armada de grupos como el EZLN o de las policías comunitarias en Guerrero y Michoacán, cuyo sentido es la defensa del territorio. 

Ilustraciones: Jimena Pérez Ramos

Todos estos movimientos denuncian que el capital nacional y extranjero genera megaproyectos de muerte, categoría que  proviene de los pueblos en resistencia. Vale la pena traer a colación a Javier Hernández cuando relata que “en una asamblea celebrada en Olintla en 2013, en la que participaron diversas comunidades y organizaciones [...] una mujer indígena totonaku afirmó durante un discurso que ‘la tierra está viva y nosotros luchamos por la vida en contra de los proyectos de muerte’ [así], la idea hizo sentido entre las personas que asistieron y se difundió ampliamente entre los sujetos en lucha de toda la región y, posteriormente, fue compartida con otras organizaciones de otros lugares que se encuentran en resistencia contra los megaproyectos extractivos”. Este hecho fue importante porque “la oposición contra los ‘proyectos de muerte’ y ‘en defensa de la vida’ se ha convertido en consigna central en México y Latinoamérica”[8].

Los megaproyectos de muerte no solamente destruyen el entorno natural, sino que imponen una estructura de criminalización de los defensores ambientales por medio de diferentes autoridades del Estado, como las fiscalías, así como del Ejército, sumándole una serie de actores paramilitares y del crimen organizado. 

La matanza de indígenas en Acteal, Chiapas, de 1997, es uno de los casos que demuestra que los paramilitares y el Ejército han sido actores activos para la eliminación de la protesta y la expansión del capital en diversos territorios[9]. Estos conflictos de proyectos de vida frente a los megaproyectos de muerte son seguidos por diversas instancias: el Atlas de Justicia Ambiental ha registrado 210 conflictos socioambientales en México[10].

Los argumentos de estos movimientos cobran más fuerza cuando se observa que el balance de estas tres décadas de la entrada en vigor del TLCAN resulta en una alta degradación de las condiciones bióticas del país.

Los argumentos de estos movimientos cobran más fuerza cuando se observa que el balance de estas tres décadas de la entrada en vigor del TLCAN resulta en una alta degradación de las condiciones bióticas del país. Para mediados de septiembre de 2023, alrededor del 67 % del territorio nacional se encontraba en sequía. El cambio de uso de suelo y la deforestación son algunos de los elementos que han sido promovidos por el gran capital que ha resultado en cambios drásticos de los ciclos hídricos. 

Las resistencias instituidas como movimientos sociales, tanto urbanas como rurales, que colocan en el centro proyectos de vida como la agroecología, la economía solidaria, el ecofeminismo, la educación popular, la autonomía y el autogobierno, demuestran que otros mundos son posibles y que ya se están construyendo.

Ilustraciones: Jimena Pérez Ramos

La transformación kafkiana

El año de 1994 marcó el afianzamiento real de un proyecto que se había gestado desde décadas anteriores: el neoliberalismo. Con este modelo, el gobierno mexicano se convirtió en un actor disciplinado y activo en el Sistema Internacional, siguió los mandatos de las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y fue fiel a las reglas del libre comercio. Y, al hacerlo así, sufrió de una metamorfosis kafkiana, es decir, al volverse ese actor cumplidor que, “no tiene en la cabeza nada más que el negocio”, se convirtió en un insecto-monstruo: le dio importancia a la función que se le asignó en la Nueva División Internacional del Trabajo[11], dejando de lado el sentido social de la economía. Se deshumanizó para convertir a la población y al territorio solamente en factores de producción de una de las fábricas mundiales. 

No se puede sostener que esta situación vaya a cambiar de rumbo próximamente. Al contrario, hoy vemos que el libre comercio en México se ha profundizado con el T-MEC y la reorganización productiva pospandemia conocida como nearshoring. Sin duda, el resultado previsto es una paradoja cada vez más agresiva: la estabilidad de los índices macroeconómicos y la ampliación de los megaproyectos de muerte; el crecimiento de la Inversión Extranjera Directa y la continuación de la criminalización de los defensores ambientales; la relación entre desarrollo económico y el  acaparamiento de los elementos de la naturaleza, como el agua y los minerales, en pocas manos.  Las preguntas críticas que se propusieron al comienzo siguen vigentes.

 

Eduardo Enrique Aguilar

Trabaja como profesor dentro del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey; doctor en Economía Política del Desarrollo, maestro en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional; Investigador Nacional nivel 1 otorgado por el CONAHCYT.

 

REFERENCIAS Y NOTAS


1 Romero, M. (2011). Las raíces de la ortodoxia en México. EconomíaUNAM, 8(24): 23–50.  https://doi.org/10.22201/fe.24488143e.2011.24.138

2 Medina, Ignacio (1995). Teléfonos de México: modernización, privatización y nuevas relaciones laborales. Espiral I(3), pp. 133-153. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13810307

3 Mexicanos contra la corrupción y la impunidad. (2023). El tablero de la impunidad. https://contralacorrupcion.mx/tablero-de-la-impunidad/agronitrogenados/

5 Ortega, A. (5 febrero 2019). Calderón, Zedillo y otros exfuncionarios que han usado la ‘puerta giratoria’. Expansión política. https://politica.expansion.mx/mexico/2019/02/05/calderon-zedillo-y-otros-exfuncionarios-que-han-usado-la-puerta-giratoria

6 Juárez, E. (01 de febrero de 2022).  Utilidades de los bancos en México crecieron 65.7% en el 2021. El Economista. Url: https://www.eleconomista.com.mx/sectorfinanciero/Utilidades-de-los-bancos-en-Mexico-crecieron-65.7-en-el-2021-20220131-0092.html

7 Conahcyt México. [Conahcytmx] (2023, 9 de junio). Las Regiones de Emergencia Sanitaria y Ambiental (RESA) en México [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=Ylz8tMzKldM

8 Hernández, J. (2018). Los defensores de la vida contra los proyectos de muerte: Resistencias y Articulaciones frente a la industria extractiva en la Sierra Norte de Puebla. Bajo el Volcán, 18(28),  pp. 109-143. https://biblat.unam.mx/es/revista/bajo-el-volcan/articulo/los-defensores-de-la-vida-contra-los-proyectos-de-muerte-resistencias-y-articulaciones-frente-a-la-industria-extractiva-en-la-sierra-norte-de-puebla

9 Paley, D. (2020). Guerra neoliberal. Desaparición y búsqueda en el norte de México. Libertad bajo palabra.

10 Atlas de Justicia Ambiental: https://ejatlas.org/country/mexico

11 Sánchez Daza, G. (2005). La estructura productiva mexicana en el marco de la evaluación del patrón de reproducción neoliberal en América Latina en J. Estay (Ed.), La economía mundial y América Latina. Tendencias, problemas y desafíos, pp. 367–90. CLACSO.

* Tan solo para hacer la comparación, al final de las dictaduras militares en Sudamérica se llegó a la cuenta de 30 mil personas desaparecidas en Argentina y alrededor de 40 mil en Chile. 

** Bolívar Echeverría habla de una serie de actitudes que no aceptan la realidad capitalista y la buscan transformar cotidianamente mediante actitudes barrocas. Más en Echeverría, Bolívar. 2013. La modernidad de lo barroco. 2000 ed. Era.

*** Movimiento social que se articuló con organizaciones de diferentes países de América Latina en contra de la implementación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA),  acuerdo promovido por los Estados Unidos.


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