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Entre tradición y hegemonía. La segregación de comunidades indígenas en los servicios de salud


 

Ilustración por: Jimena Pérez Ramos

Por: Omar Chavez Victorino


Hace algunos años, cuando era residente en un hospital de la ciudad de México, observé que un médico oncólogo le gritaba a un paciente proveniente de una comunidad del estado de Hidalgo. Los regaños versaban sobre por qué había acudido a revisión cuando el tumor estaba tan avanzado. Lo que me llamó la atención de esa escena fue que el paciente no mostraba preocupación ni tristeza en su cara, más bien permaneció inmóvil y sin gestos.


Después de un tiempo escuché que entre profesionales de la salud comentaban que la gente que viene de comunidades indígenas no se quiere cuidar, que parece que se quieren morir y que no entienden lo que se les dice. Esto me recordó a lo que también se afirma entre el gremio de la psicología: los pacientes indígenas tienen pensamientos irracionales, creencias erróneas y prácticas inadecuadas en salud.


Pasé mi adolescencia en la costa chica del estado de Guerrero, en la que convive población afromexicana, indígena y mestiza. Recuerdo que muchas personas del pueblo acudían con la curandera cuando tenían un susto muy fuerte o recurrían a remedios naturales y caseros cuando se sentían mal; era común escuchar que alguien había perdido su sombra o que los dolores se debían a un nahual. Para mí eso no tenía sentido, no era real. Sin embargo, en algún momento revertí la perspectiva y comencé a pensar que quizá para ellos yo no cuidaba mi salud, me quería morir y mis pensamientos eran erróneos e irracionales. Entonces me di cuenta de qué iba –en parte– el problema de la atención en salud a la población indígena que se brinda en México.


México es un país multicultural. En 2020, de acuerdo con el Inegi, 23.2 millones de personas se autoidentificaron como indígenas y, entre esos, 7 millones hablan algún idioma indígena[1]. Es común que estos grupos sociales se ubiquen lejos de las grandes ciudades, por lo que el acceso a los servicios de salud ha sido lento y complicado[2]. Sin embargo, se han construido clínicas y hospitales en zonas rurales, con el objetivo de brindar acceso a la salud y de disminuir la morbi-mortalidad en estas regiones.


En el Artículo 2 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos está establecido el derecho de toda la población a recibir servicios de salud; por otra parte, en el Artículo 6 de la Ley General de Salud se menciona que se deben preservar y transmitir los saberes de los pueblos indígenas, entre ellos la medicina tradicional[3,4]. En los últimos años se ha identificado que en la población indígena se presenta una “acumulación epidemiológica”, es decir, sigue habiendo muertes por enfermedades agudas que en otros contextos ya se controlaron, mientras que van apareciendo muertes por enfermedades crónicas, que históricamente sólo se presentaban en las grandes ciudades con modos de vida no saludables[5]. Por otra parte, los factores estructurales (nutrición, ambiente, genética, servicios sociales, entre otros.), probabilizan que los beneficios que pudiera tener la construcción de clínicas se reduzcan al mínimo[6].


Ahora bien, cuando el Estado mexicano logra avanzar en la cobertura en salud a poblaciones indígenas lo hace desde una visión particular: la de las grandes ciudades y de la población mestiza, pero la gente a la que va dirigida la atención no vive en grandes ciudades ni es mestiza.


Es común que estos grupos sociales se ubiquen lejos de las grandes ciudades, por lo que el acceso a los servicios de salud ha sido lento y complicado.

¿Por qué es, entonces, importante plantear una estrategia con base en las características de la población? Resulta que los modos de vida de las personas en las grandes ciudades del país son muy diferentes a la forma de vida en las comunidades indígenas, incluyendo la alimentación, la religión, el idioma, las relaciones de pareja, los valores y, por supuesto, la salud. En las grandes ciudades usamos un servicio que deriva del modelo biomédico, con sus pilares en el modo de conocimiento científico y una visión naturalista y biologicista del humano. En este modelo médico existen enfermedades, síntomas, signos, causas y soluciones para los malestares de la población. Por ejemplo, tiene sentido que alguien que tiene sed, va muchas veces al baño y constantemente tiene hambre, deba preocuparse porque pueden ser síntomas de una enfermedad crónica denominada “diabetes”. Si la persona se va a hacer estudios de laboratorio y tiene niveles de glucosa en sangre elevados son signos de que, efectivamente, tiene dicha enfermedad. Seguramente, el personal médico le dará como tratamiento algunas pastillas y le pedirá que cambie hábitos alimenticios y de rutina para aumentar la actividad física. Esta información resulta familiar, obvia y hasta parecería una pérdida de tiempo leer algo que ya sabemos, pero ¿por qué lo sabemos? Porque vivimos en grandes ciudades y desde que nacimos hemos recibido atención médica desde el modelo biomédico. Incluso sabemos aspectos generales y algunas personas tienen buen ojo clínico para identificar algunas enfermedades a partir de síntomas que alguien presenta.


Infecciones de estómago, gripe, virus, bacterias, medicinas de patente, antibióticos, analgésicos, antihistamínicos, antinflamatorios, enfermedades crónicas y agudas son palabras que hemos escuchado toda la vida; puede que no las entendamos completamente, pero no nos resultan ridículas, sin sentido o ilógicas. Desde nuestro contexto tienen sentido y creemos en ellas, ¿cómo sabemos que creemos en ellas? Porque practicamos la biomedicina, vamos al hospital o la clínica cuando nos sentimos mal y seguimos las indicaciones del personal de salud.


Es importante darnos cuenta de que no existe sólo un modelo médico y, aún más importante, que el modelo biomédico es una postura teórica.

Por su parte, las comunidades indígenas tienen un modelo médico que podríamos denominar modelo tradicional indígena y, en este, todas las reglas son distintas. Sus enfermedades, síntomas, signos, causas y tratamientos son diferentes a lo que estamos acostumbrados a escuchar. Por ejemplo, si una persona tiene un susto muy fuerte y a partir de ahí no quiere comer, llora mucho y presenta un semblante particular, se podría suponer que tiene pérdida de sombra, por lo que sería necesario hacer ritos particulares para que la persona pueda recuperarla. Seguramente esta situación ya no nos parece tan obvia, ni lógica, ni verdadera, porque corresponde a un modelo médico con el cual no tenemos experiencia.


Ilustración por: Jimena Pérez Ramos

Mi intención no es determinar cuál es mejor, sino señalar la problemática en la cobertura de salud en nuestro país. Es importante darnos cuenta de que no existe sólo un modelo médico y, aún más importante, que el modelo biomédico es una postura teórica. En este sentido, es una construcción social que ayuda a entender la vida humana y sus dolencias para que podamos vivir mejor pero, de ninguna manera, se refiere a un descubrimiento de cómo funciona la naturaleza o la vida[7,8].


Imagínate lo que sucede cuando un médico le diagnóstica diabetes a una persona de una comunidad indígena y, al mismo tiempo, la regaña por no haberse cuidado; lo mismo que sucedería si un chamán llega a la ciudad y le dice a alguien que desconoce el modelo tradicional indígena que tiene pérdida de sombra y lo regaña por no llevar a cabo el tratamiento: silencio, seguir la corriente y no volver jamás.


Es una fortuna que, poco a poco, tengamos más instituciones en salud instauradas en comunidades alejadas, como la montaña mixteca del estado de Guerrero, pero, si se tuviera una perspectiva intercultural el beneficio sería mayor.


Ilustración por: Jimena Pérez Ramos

El modelo biomédico tiene muchas ventajas y ha mejorado la calidad y la esperanza de vida en la humanidad, pero está construido sobre la lógica de un tipo de vida; para las personas que lo comparten será muy lógico y fácil de entender, pero sólo para ellos.


Hay diversas posturas ante esta problemática. Una de ellas es: si les llevamos la clínica y no quieren usarla es su problema, se quieren morir y quieren seguir viviendo así. La otra es: no es suficiente instaurar una clínica en una comunidad indígena, hay que asegurarnos que el servicio sea efectivo a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje entre modelos médicos, desde un marco de respeto.


Volvemos a algunos puntos cruciales: el estado tiene la obligación de brindar servicio en salud a toda la población y también debe preservar y transmitir los saberes indígenas. Una forma de cubrir estos dos aspectos nos remite a instaurar clínicas y hospitales con sistemas biomédicos, pero con una perspectiva intercultural y de respeto a la población indígena. Esto quiere decir que haya traductores para que las personas se puedan comunicar con el personal de salud, que este personal sepa enseñar el sistema biomédico con habilidades pedagógicas adecuadas y que no critique o haga menos el modo de vida indígena[9].


Una forma de cubrir estos dos aspectos nos remite a instaurar clínicas y hospitales con sistemas biomédicos, pero con una perspectiva intercultural y de respeto a la población indígena.

Cuando estuve viviendo en la Unidad Médica Rural 16 del programa IMSS-Bienestar del pueblo Dos Ríos, perteneciente al municipio de Cochoapa El Grande, observé que había un médico que hablaba el idioma mixteco. Esto hacía que pudiera comunicarse con la población; pensé que esto haría que el servicio que se brindaba sería en un marco intercultural, sin embargo, parte de los hallazgos que encontré en el estudio fue que el médico, a pesar de saber el idioma, no enseñaba el sistema biomédico y, en muchas ocasiones, pretendía que la población debía saberlo. Es decir, esa ventaja no era aprovechada en favor de la población, limitando los beneficios de la expansión del sistema de salud. A veces las enfermeras eran las que enseñaban el sistema biomédico por medio de ejemplos, demostraciones y prácticas en el consultorio. Pero no era así en todos los casos; por ejemplo, se daban recetas médicas escritas sabiendo que la población era casi 100 % analfabeta o se presentaban valoraciones negativas del sistema de salud indígena[10].


Después de dos años volví y observé que el médico bilingüe ya no se encontraba laborando en la clínica, por lo que se podría decir que hubo un retroceso en el servicio médico de esta población.


A pesar de que las condiciones de vida en las comunidades indígenas son desfavorables a nivel macro, no quiere decir que no podamos hacer algo para favorecer el servicio en salud desde nuestro ámbito profesional. No se trata de atenderlos en consulta y de que si no hacen caso es su problema; tenemos que asegurarnos que nuestro servicio es útil y está adaptado al contexto. No se trata de que, como minoría, cambien su modo de vida y la adapten al de la mayoría. Si seguimos acercándonos a otras culturas con una visión de superioridad y sin respeto, estaremos perpetuando los sistemas estructurales de discriminación.

 

Omar Chavez Victorino

Docente e investigador de la Universidad de Monterrey; coordinador del grupo de investigación AC.YDEM de la escuela de Psicología de la UDEM; licenciado en Psicología, maestro en Medicina Conductual y doctorado en Psicología y Salud, todo por la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

REFERENCIAS


1 Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica. (2020 ). Hablantes de lengua indígena. https://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/lindigena.aspx

2 Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica. (2015). Diversidad Guerrerense.

https://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/gro/poblacion/diversidad.aspx?tema=me&e=12

3 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. (2016). Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Última Reforma DOF 29-01-2016. http://www.diputados. gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1_29ene16.pdf

4 Campos, N., Peña, S., & Paulo, M. (2017). Aproximación crítica a las políticas públicas en salud indígena, medicina tradicional e interculturalidad en México (1990-2016). Salud Colectiva, 13(3), 443- 445.

5 Gobierno de México. (2015). Informe sobre la salud de los mexicanos 2015. https://www.gob.mx/salud/documentos/informe-sobre-la-salud-de-los-mexicanos-2015

6 Venkatapuram, S. (2016). Justice and Global Health Research, AJOB, 16(10), 46-66.

7 Zolla, C. (2007). La salud de los pueblos indígenas de México. www.naciónmulticultural.unam.mx/portal/ pdf/.../salud_pueblos_indigenas.pdf

8 Campos-Navarro, R. Antropología Médica e Interculturalidad. McGraw Hill.

9 Chávez, O., & Carpio, C. (2018). El reconocimiento del sistema indígena de salud. Implicaciones de la cobertura de salud gubernamental en México. Revista Latinoamericana de Bioética, 18(35-2).

10 Chávez, V., Morales, C., Marcos, S., & Carpio, R. (2020). Adherencia terapéutica, interacción equipo médico-paciente y justicia social en población indígena mixteca de Guerrero, México. Revista Latinoamericana de Bioética, 20(1), 123-146.

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