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Cómo cubrir periodísticamente la perspectiva de género


Por Fernanda De Nigris y Paola Rodríguez







Ingrid Escamilla fue asesinada por su pareja Erick Francisco Robledo Rosas el 9 de febrero de 2020. Un día después el diario La Prensa publicó en su primera plana las fotos del cadáver -las cuales habían sido filtradas por la fiscalía-, acompañadas del encabezado: “Descarnada” El periódico Pásala también imprimió las fotografías en primera y escribió como titular: “La culpa la tuvo cupido”.


A causa de la cobertura que muchos medios adoptaron ante este tema, se produjo una protesta de mujeres frente al edificio del periódico Reforma y las instalaciones del periódico La Prensa ubicados en La Ciudad de México, donde por medio de gritos como “‘Todas somos Ingrid’, ‘Ni una asesinada más’” se exigió a los medios utilizar su derecho a la libertad de expresión de manera sensata, consciente y responsable.


La problemática no es nueva, la cosificación de las mujeres y el sensacionalismo alrededor de los feminicidios han tenido un rol crucial en la normalización de la violencia de género.


Claudia Pedraza Bucio, Doctora en Ciencias Políticas y Sociales, identifica al modelo de negocio de los medios como una causa principal de su cobertura sin perspectiva de género: la violencia que pasan las mujeres representa negocio para ellos. Entre la preocupación y el morbo, lectores compran las publicaciones y esto representa un ingreso.


“Cada vez encontramos más notas de feminicidios, de mujeres desaparecidas, de alertas Amber, pero no porque les interese contribuir a que esa mujer aparezca o hacer justicia, si no porque ahorita es lo que se está comprando”, agrega.


Jessica Fernández García, activista feminista, indica que los medios de comunicación juegan un rol fundamental dentro de la deconstrucción de la sociedad, pues en muchas ocasiones mediante notas, títulos e imágenes, siguen perpetuando estereotipos, promoviendo la violencia hacia la mujer y creando el imaginario de que el feminismo es una lucha vacía y vandálica.


La forma en que se cuentan las historias puede influir en un proceso de reeducación de las audiencias. Los medios, con todo su poder, pueden cambiar los estereotipos relacionados históricamente con las mujeres e implementar cambios desde el ámbito cultural que trasciendan a la visibilización de los problemas estructurales.


Sobre las estructuras que definen a la sociedad o a las organizaciones, es muy importante voltear a ver las estadísticas: de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres dentro de los medios de comunicación representan solamente un 30 por ciento.


Un análisis elaborado por Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) señala que dentro de los medios sólo un 22 % de los puestos de liderazgo son ocupados por mujeres y dentro de este porcentaje, cinco son directoras, 2.5 subdirectoras y 13 coordinadoras.


“Cuando las mujeres no estamos en los medios de comunicación, estamos perdiendo el 50 por ciento de la historia”, asevera María Julia Castañeda Hernández, periodista freelancer.


Ante este panorama, la activista feminista Jessica Fernández García, plantea la pregunta: ¿cómo queremos combatir esta discriminación en la sociedad si no tenemos a mujeres en los espacios de toma de decisiones importantes donde se pueden acabar o plantear soluciones ante estas problemáticas-


“A la mayoría de nosotras nos ha pasado que es difícil publicar o escribir sobre los temas que nosotras queremos escribir, generalmente son editores hombres los que deciden de qué se va a hablar, deciden la agenda”, revela Castañeda Bucio.


Por otro lado, la doctora e investigadora menciona que otro problema que se relaciona con la perspectiva de género es la misma violencia que se vive al interior de las redacciones.


No sólo cuando las periodistas son discriminadas en la toma de decisiones se practica violencia, sino también cuando no se pueden desarrollar profesionalmente debido a hostigamientos sexuales. Según datos recolectados por Me Too Periodistas Mexicanos, el 73 % de mujeres que trabajan en los medios de comunicación han sufrido acoso.


Pese a que existe la Ley del acceso a las mujeres a una vida libre de violencia, la diputada Martha Tagle Martínez, indica que no hay seriedad en su implementación, debido a que el gobierno no da el ejemplo correcto a la sociedad y menos a los medios de comunicación, donde muchas veces existe una participación directa al manipular la agenda y no darle el valor suficiente a la mujer.


La diputada añade que la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, implementada en el 2014, que tiene por objetivo regular el uso de servicios de telecomunicación y radiodifusión, habla muy poco sobre esta perspectiva de género, omitiendo por completo la búsqueda de igualdad entre hombre y mujer.


¿QUÉ CAMBIOS SE PUEDEN IMPULSAR?


Castañeda Hernández presenta tres tipos de periodismo de género que se deben de utilizar en las coberturas: el periodismo no sexista, el cual busca que no se generen comentarios o estereotipos sexistas; el periodismo con perspectiva de género, que funciona como una herramienta de análisis, ya que busca cuestionar todos los temas con una mirada incluyente; el periodismo feminista, que además de incorporar todo lo mencionado anteriormente, se intersecta con la lucha feminista, pues agrega una mirada contra el sistema que sostiene el machismo.


Como parte de la estrategia, Tagle Martínez sugiere trabajar desde la formación de estudiantes de comunicación a través de programas académicos que contengan perspectiva de género e implementar protocolos dentro de los medios para que se sigan códigos de ética, se proteja la integridad y los periodistas tengan sensibilidad ante este tipo de temas, y así puedan narrar de una manera responsable y ética.


Por su parte, Fernández García propone que los medios de comunicación promuevan espacios de diálogo, donde se compartan la voces de mujeres y den a conocer opiniones diversas sobre la problemática, con el objetivo de fortalecer una agenda que cobra cada vez más relevancia frente a las estadísticas de violencia.


Los creadores de contenido deben, siempre al finalizar una nota sobre violencia de género, ponerse en el papel de la mujer protagonista y reflexionar sobre cómo se sentirían al leer esa información y analizar si se están reproduciendo estereotipos que afecten la imagen de la víctima.


A PESAR DE TODO, HAY AVANCES


Pasará a la historia el 8 de marzo de 2020, día en el que se realizaron diferentes marchas a lo largo del país en conmemoración del Día de la Mujer. En un contexto en el que se cometen 10 feminicidios al día y en el que autoridades gubernamentales -incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador- relativizan el problema, se realizó una convocatoria sin precedentes que visibilizó la fortaleza del movimiento feminista.


La agencia de noticias, CIMAC, que se ha distinguido por su periodismo con perspectiva de género, mostró a través de un monitoreo que el 23 % de los medios en México narraron esta protesta como un hecho histórico, el 46 % de los medios colocó en voz colectiva las exigencias de la mujer y el 40 % hizo visible estas mismas exigencias.


A pesar de este avance en la cobertura periodística, Castañeda Hernánde añade que todavía queda mucho por lograr, pero considera que el progreso realizado en más de 100 años de protesta es la ventaja para combatir la desigualdad.


Si es en los medios de comunicación donde pretendemos contarnos, el ejercicio del periodismo no puede seguir exento de perspectiva de género o dejando a un lado a las mujeres en el relato cotidiano. El hecho de no hacerle caso a las exigencias de las mujeres representaría aceptar que el propósito, entonces, no es contar la realidad.


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