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Memes y memorabilias digitales

Un neorromanceamiento

 

Ilustración por: Abigail Moreno Esqueda

Por: Mikhail Carbajal


A lo largo de más de 10 siglos la lengua española ha experimentado una serie de transformaciones –aún vigentes y circulantes– respecto a su propio ser. Desde el surgimiento del lenguaje, pasando por las diversas ramificaciones de la antigua lengua protoindoeuropea, todo ha sido un constante cambio y evolución. Se le llama romanceamiento al proceso de cambios que experimentó el latín a partir del siglo V, dando origen a las diversas lenguas romance (español, francés, italiano, entre otras)[1]. Este tipo de cambios se dio principalmente por la vulgarización del latín, es decir, por la adquisición y uso popular en las distintas provincias del otrora Imperio Romano.


Antonio Alatorre ha señalado los procesos de transformación de la lengua en la que leemos este texto, el español, a saber, el romanceamiento que concibió al castellano antiguo, las ocupaciones visigoda, la árabe y posteriormente el encuentro del Reino de España con los pueblos originarios de América. A todo esto se sumó la serie de dinámicas de colonización llevadas a cabo en la península ibérica y en territorios ultramar[2].


La segunda mitad del siglo XV fue trascendental para la evolución de la lengua castellana: en primera instancia por la aparición de la imprenta de Johannes Gutenberg y, en segunda, por el choque de culturas europeas y americanas que dotó de nuevos conceptos al español y que añadió numerosos préstamos y palabras al corpus castellano. A más de quinientos años de distancia y tras diversos procesos históricos, el internet se convirtió en el mecanismo más reciente de adición de modismos, palabras, conceptos e ideas al castellano. Así, el último fenómeno de transformación drástica llegó con la optimización de estos medios de comunicación masiva, y concretamente con la aparición del internet.


La explosión cultural de la lengua como resultado de un proceso colonizador complejo ha desembocado en diferentes datos de interés. El informe de 2019 del Centro Virtual Cervantes señala al español como el cuarto idioma más hablado en internet y el segundo si se considera únicamente a los hablantes nativos, además de ser la segunda lengua más hablada en plataformas como LinkedIn, Twitter y Wikipedia[3]. Cabe destacar que nuestra lengua posee presencia en todos los continentes, y sus hablantes somos una de las comunidades más grandes en la world wide web.


El acto del habla se remonta a los factores que lo modifican; de esto radican aspectos como el sociolecto, idiolecto y cronolecto, que fungen como pautas para comprender a una comunidad diversa y su uso mismo de la lengua. En ocasiones las diferencias se perciben en macroescala, pero es en otros entornos cuando los cambios subyacen en grupos tan pequeños o cohesionados, que su documentación y posterior añadidura al corpus se ve más lenta.


Ahora bien, ¿qué papel juega la optimización de la tecnología y la era digital en nuestra manera de hablar? Sin lugar a duda, la constante interacción con los medios de comunicación ha propiciado avances estratosféricos en la creación de neologismos; en la década de los noventa, verbos como “tuitear”, “whatsappear” o “textear”, por mencionar algunos procedentes de las redes sociales, o “lootear”, “farmear”, referido a aquellos que vienen de los videojuegos, habrían sido ininteligibles para cualquier hablante promedio. Tan sólo en el año pasado, la Real Academia de la Lengua Española, órgano máximo del registro de usos y costumbres de la lengua, añadió a su corpus palabras como “geolocalizar”, “webinario” y “criptomonedas”.


Memes y memorabilia


Aunque el concepto de meme, como préstamo de la biología, surgió a finales de los años 70[4], y aunque ejemplos protomemísticos como viñetas y tiras cómicas ya habían aparecido en folletines y prensa desde el siglo XIX, la era dorada de los memes surgió en la segunda mitad de la década de los 2000, todo esto en sincronía con la aparición de las primeras redes sociales; Myspace, Tuenti, Fotolog y Metroflog, así como el campeón de aquellos ayeres: Facebook. Sin embargo, su cultivo no se dio de manera directa, más bien procedían de foros y comunidades muy reducidas y posteriormente iban pasando a redes sociales. Algunas de las páginas pioneras en los memes fueron Reddit, 9gag, 4-chan y en habla hispana fueron blogs como CuantoCabrón.com y Forocoches.


Ilustración por: Abigail Moreno Esqueda

Los primeros memes que me tocó observar y compartir eran los Rage comics, viñetas en dos colores que representaban situaciones cotidianas y cuyo leitmotiv circundaba la sátira, la autocrítica y el humor.


Llegada la segunda década del siglo XXI, la creación de memes se convirtió en una herramienta más. Si me hubieran dicho hace más de una década que existirían empleos, entre el umbral de la publicidad, las letras y el marketing, cuyo trabajo fuera desarrollar memes, no lo habría creído, tampoco habría creído que los principales portales informativos dedicarían memoria de sus servidores para almacenar y compartir memes.


Esta herramienta como acto político también está presente. Piensa por ejemplo en algún sector específico, digamos… “Memes para alumnos de gastronomía”; o pensemos en “Memes para godínez”, o qué tal “Tren del mame UDEM”. Hay grupos para todo. ¿Te cae bien alguna figura pública? Hay memes de ella, ¿te cae mal alguna figura pública o banda musical?, hay memes contra ellos.


Siempre he presumido el hecho de que mi generación, los millennials, antes buleadísimos en internet, fue la que reinventó los memes y que sentó de manera orgánica las bases para su elaboración, consumo y viralización. La mayor parte de los creadores de contenidos de entre 2007 y 2017, era, fue o es de este coto generacional. Internet ha visto el ascenso y caída de grandes… ¿recuerdas Google +?, ¿recuerdas los zumbidos de MSN?, y qué decir de Vine, abuelito de los reels y TikToks que hoy son indispensables para el consumo exprés de los internautas.


Con el paso del tiempo, el mismo internet ha caído en aparentes contradicciones en torno a la caducidad del meme, por ejemplo su tiempo útil de vida que se vuelve cada vez más corto, su condición efímera regida por las modas pasajeras y las tendencias del mercado e intereses generacionales. Por otro lado, su arquetipo se mantiene firme, al grado de poder apreciar los distintos estilos de plantillas para cada ocasión, y también la no tan fortuita capacidad de reciclar y revivir de vez en cuando memes olvidados. Su existencia, de aparente corte fugaz, no lo exime de dejar registro, una huella tanto digital, compuesta de unos y ceros, colgada en páginas, foros y blogs, como intangible, formada por aquellas frases del argot popular que de alguna u otra forma se hallan en nuestra manera de hablar.


Hace siete u ocho años estaba muy en boga la aparición de imágenes de llamas peruanas, aunadas a la frase “ola k ase”; hoy en día aún escucho esa frase que me remonta a aquellos tiempos; ¿recuerdas el “Se tenía que decir y se dijo”? Hoy memes caducados, cuya frase forma parte del habla de algunos. Apenas hace algunos meses surgía y se popularizaba en la chaviza el término “De chill”, cuya vida útil ya va en declive, pero cuya huella quedará plasmada en los anales de la historia internetiana.


En la era digital todo puede ser motivo de meme y todos corren el riesgo de volverse virales.

Tomando en cuenta lo anterior, y retomando la dinámica del romanceamiento del latín, podríamos referirnos a un neorromanceamiento no solo del español, sino de todas las lenguas a partir de la llegada del internet, a saber, la modificación estratosférica de nuestra manera de hablar, la añadidura constante de términos tecnológicos, geopolíticos, socioculturales y por supuesto, la reminiscencia a las épocas donde se cultivan y comparten los distintos contenidos digitales. Cabe destacar que los memes también registran (y por tanto se nutren) de la cultura popular. En la era digital todo puede ser motivo de meme y todos corren el riesgo de volverse virales.


Intercambio generacional y límites del meme


Queda la última prueba de fuego, la de entender a las nuevas generaciones y los pros y contras que cada una trae. En mi horizonte más próximo, el de la docencia, tengo más que asimilado el hecho de que en ocasiones me sobrepasará la cantidad de referencias, pastiches y argot de las nuevas generaciones. Que llegará el momento en que no captaré el chiste o que veré los futuros memes con la misma extrañeza con la que mi abuelo escuchaba cuando le contaba la trama de un videojuego. De eso se trata y, por supuesto, este mar llamado internet, sin lugar a duda, dejará registros, fósiles digitales, referentes inmediatos de lo que se dijo en tal comunidad, en tal época del año, en tal contexto. Hay que destacar el hecho de que en este momento ya se han elaborado tesis de lingüística o literatura que analizan los memes, disertan sobre la cultura pop y la nostalgia que esta emana, y cuestionan las referencias y cómo estas influyen en el día a día.


Quizá idealista, quizá visionario, quizá ridículo, el museo del internet en un futuro no tan inmediato estudiará y optimizará el análisis de las formas que durante un tiempo fueron simples divertimentos, pero que, culminaron aportando modificaciones a la lengua.


Ilustración por: Abigail Moreno Esqueda

Entre sus alcances y límites, los memes han desarrollado puentes comunicantes con diversas disciplinas. En la educación, el meme como recurso didáctico y/o plataforma de divulgación cada vez suena más en los planes de estudio. Además de los Edutubers, ahora páginas y proyectos utilizan la elaboración de memes como un motivo para que los estudiantes comprendan mejor un tema. Con mi proyecto de La gramática del meme, por ejemplo, he llegado a recibir mensajes de docentes de otras partes del mundo como Filipinas, Chile y Argentina, donde me cuentan que utilizaron contenidos del proyecto en sus clases, o bien recibir comentarios de alumnos que lamentan no haber encontrado estos contenidos cuando estudiaban para algún examen de lengua y literatura.


En el terreno de la difusión y promotoría cultural, el meme, como ente de fabricación, se ha convertido en un elemento recreativo que bien dignifica, bien denuncia, bien informa según la perspectiva. Y claro que, al ser de carácter humano, es normal considerar que su elaboración pueda llegar a tener diversas cargas ideológicas, lo que puede repercutir en que los memes se conviertan en una herramienta que incline la balanza hacia maneras particulares de pensar; al igual que toda expresión comunicativa, los memes también son mensajes fabricados desde distintos lugares de enunciación y con propósitos que pueden ir más allá del humor y cuya interpretación pueda llegar a ser subjetiva.


En el terreno mercadotécnico, hacer memes se vuelve una particularidad para hiperresumir grandes hitos históricos, tener mejor alcance de la marca y sobre todo, interactuar de manera constante con la comunidad. Basta con pensar en la frase “No existe publicidad mala” para entender cómo actualmente grandes compañías recurren a la elaboración de memes como contenido cotidiano en sus diversas redes sociales, y que ya no son usuarios promedio, sino en ocasiones expertos los que cotejan, investigan, curan y editan los distintos memes que se deberán usar según la ocasión.


Así pues, en este choque constante entre la tecnología versus los mecanismos tradicionales, no significa que la presencia de los memes sustituye o vaya a sustituir a las plataformas y dinámicas tradicionales, pero en su aparente simpleza, sí ayudarán a entender a grandes rasgos algo más allá del divertimento, su propósito primigenio, para abrirle la puerta a varios escenarios aún por explorar.


Los memes pronto, si no es que ya, serán tan cotidianos y estarán tan inmiscuidos en la vida social, como ya están por default en nuestros carretes de fotos, galerías, chats de WhatsApp y redes sociales, y como también hoy están, a veces sin pensarlo, modificando nuestros hábitos de entretenimiento, nuestra manera de hablar, aprender, reír, ¿ser? En estas transformaciones recordamos que la lengua está viva y que deja un registro inmarcesible de que aquí hubo algo, de que aquí se dijo algo, de que aquí alguien se rió.


 

Mikhail Carbajal

Licenciado en Letras Mexicanas por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL); autor de Trivium fronterizo y Dividir el desierto; vocal del gremio de Literatura ante el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León; creador del proyecto “La gramática del meme”; coordinador del departamento de Difusión Cultural de la Preparatoria 3.

 

REFERENCIAS


1. Corominas, J. (1984). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Gredos.

2. Alatorre, A. (2013). Los 1001 Años De La Lengua Española (3.a ed.). Fondo de Cultura Económica.

3. Instituto Cervantes. (2019). El español: una lengua viva. Informe 2019. Centro Virtual Cervantes. <https://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/anuario_19/informes_ic/p04.htm>

4. Real Academia Española. (s.f.). Meme. Recuperado el 06 de diciembre de 2022, de: https://dle.rae.es/meme

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